lunes, 10 de febrero de 2014

La mamá pluscuamperfecta no existe

Por mucho que se empeñen los creadores de Caillou en hacernos sentir mal, la mamá de este pequeño pelón no es real. Me niego a creerme que en algún remoto lugar del mundo hay una progenitora tan perfecta. Ella va más allá, es pluscuamperfecta. Esta mujer de ficción es irritante. Nunca pierde la paciencia. En cada momento sabe decir lo correcto a su pequeñín para educarle y reconducir su actuación. Y el niño, ante esa demostración de mesura y buen hacer materno, reacciona correctamente, obedece al instante y la lección queda grabada de por vida en su pequeño cerebro. Nunca hay un grito de más, ni de menos, y jamás se ve una mala cara de la mamá o un gesto de desesperación. La odio. La aborrezco. Su absoluta perfección refleja mi absoluta imperfección y hace que me sienta fatal como madre. Ante situaciones similares a las que se narran en los capítulos yo he reaccionado de forma bastante más irracional: algún que otro grito, varios aspavientos y mil caras de enojo. Los autores de Cauillou explican en un DVD que su serie animada es una guía didáctica para los padres. Ganas me dan de enviarles un mail contándoles que en realidad es una fuente generadora de frustración y cabreo para los progenitores.

Me siento mil veces más identificada con la mamá de Novita, el protagonista amigo del gato cósmico Doraemon. Ella sí es una mamá de verdad, casi, casi de carne y hueso. Seguro que entre los guionistas había más de una mujer, que además era madre.

Y desde luego me declaro fan incondicional de la mamá de Junie B. Jones, la revoltosa protagonista de los magníficos libros infantiles de Barbara Park. Tanto la niña como su mamá son personajes creíbles y cercanos que hacen pasar un buen rato a niños y adultos porque realmente reflejan la realidad de la vida en la mayoría de los hogares en los que hay locos bajitos. Al igual que la mamá de Junie B., mataríamos por nuestros cachorros, a los que queremos incondicionalmente y hasta límites insospechados, pero que varias veces al día logran que nuestro nivel de estrés suba hasta la estratosfera y nos sacan de nuestras casillas. Gracias Barbara por describir de forma tan cariñosa y comprensiva las imperfecciones de las madres, que sabemos que son muchas, pero... somos humanas.

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