miércoles, 26 de febrero de 2014

Soy una iluminada

"Con faldas y a lo loco", "Como ser mujer y no morir en el intento", "Mujeres al borde de un ataque de nervios" y "Mujeres desesperadas", cuatro títulos de películas que definen perfectamente cómo me he sentido esta mañana.

Me ha dado por reír, eso sí. El detonante ha sido que al salir de casa me he mirado las piernas y... ¡ahhhh!, horror, mis medias son azul marino. ¡Mierda!, yo que pensé iba tan mona y glamourosa, y resulta que voy con vestido y zapatos negros y ¡medias azul marino!. Claro, esta mañana cuando he cogido los pantys estaba medio dormida, y eso que ya había pasado por la ducha y un café. Iba a toda pastilla y no había mucha luz en la habitación. Después he comenzado con la carrera matutina para no llegar tarde al cole y ni me he vuelto a mirar.

¡Ains!, resignación. Como dice mi hermana, que es veterana en lides materno-domésticas, mientras los niños son pequeños hay que asumir que "una va de iluminada todo el día". Es decir, que llevamos algún que otro lamparón en nuestra persona. Hoy he tenido suerte en ese sentido. Al menos de momento, o quizás es que aún no he reparado en ninguna mancha.

En fin, cierro el post ya que veo una jornada completita por delante y tengo que pasarme por un chino a comprar unas medias negras.

martes, 25 de febrero de 2014

Señorita

Llevo un par de días acordándome de una de mis profesoras de la infancia. La señorita Adela.

Era muy mayor. El último curso al que dio clase fue al mío. Se hizo profesora durante la República, y encarnaba perfectamente la figura y los ideales educativos de aquella época. La quería con locura, porque ella nos quería con locura a todos sus alumnos. Vocación y cariño son las dos palabras que acuden a mi mente cuando pienso en ella. La estoy viendo. Bajita, ni gorda, ni delgada. Delicada. Frágil y fuerte. Unos ojos inteligentes y con chispa tras unas grandes pero sencillas y elegantes gafas de pasta. Pelo siempre bien peinado de peluquería de señoras. Sus manos llenas de arrugas, pero con movimientos llenos de experiencia. Me enseñó y me quiso. Eso es ser profesor.

No es nostalgia. Y no pienso que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ahora hay grandes "señoritas" y "profes". Conozco varios que bien podrían ser descendientes directos de mi señorita Adela.

Bárbara fue profe de guarde de mi hija mayor. Ella, aunque joven, es otra gran señorita. Verla trabajar con los niños era un placer. Parecía mamá gallina con sus polluelos. Cada uno de los pequeños era "su" pequeño. ¡Ah, qué suerte encontrarnos por el camino con ella!.

Son muchos los profes maravillosos que se han cruzado en mi vida o en la de mi familia. Pero también hemos tenido la mala fortuna de encontrar algunos que en el último lugar donde deberían estar es en la educación de los niños. Un mal profesor es un mal para la sociedad que puede provocar terribles consecuencias. Por el bien de todos, tolerancia cero hacia las malas prácticas educativas.

lunes, 24 de febrero de 2014

Abuelas-Carlos-Sainz

Son auténticas profesionales del carricoche. Lo manejan como nadie. Se enganchan a la barra del carrito y no hay quién las tosa. Son... las abuelas-Carlos-Sainz.

Hay pocos afortunados que no hayan disfrutado de una de ellas en la familia. Pero ellos también saben de quién hablo, porque basta con mirar con un mínimo de atención para detectarlas. Son inconfundibles. Su aire de general en campo las delata. Otro detalle, casi sin importancia, bueno, sin importancia digo porque ellas no se lo dan, es que a su lado suele ir otra mujer con cara de resignación, la madre de la criaturita que va en el carro.

La actitud de estas abuelas-Carlos-Sainz es de "quita, quita, que ya llevo yo el carro que lo hago mucho mejor que tú". La autoridad, no, me quedo corta, el autoritarismo que trasmiten es bestial. Casi, casi es como si raptasen el carro y el bebé. Van escopetadas, y seguirlas el ritmo cuesta bastante. Esta mañana me he tropezado con una de ellas que salía de una tienda, y por poco me atropella. Pero ni me ha visto. La señora iba tan pendiente de conservar su rango de piloto en jefe, que el resto del mundo sobraba.

Esta situación de indefensión que sufren las madres, sobre todo las primerizas, terminaría si se estableciese un carnet de conducción de carritos para abuelas. Para conseguirlo deberían pasar un cursillo con un psicólogo que les indicara cuáles son los límites de su rol de abuela y aprobar un exhaustivo test. Quizás si los responsables de la administración ven este post apuesten por ponerlo en marcha si consideran que ésta es una buena idea tanto para mejorar la seguridad vial por las calles como para ingresar algunos impuestos extras.

viernes, 21 de febrero de 2014

Visión de futuro

Puede parecer que estoy obsesionada con Caillou, pero no es así. Lo que ocurre es que mi hija pequeña es la fan número uno de este "repelente-niño-Vicente". Mi amor materno me hace excusarla y ante mi misma defiendo la tesis de que es porque tiene dos años y ve reflejado en el mundo Caillou su propio mundo. Es imposible que una hija mía, que lleva mis genes, adore por otro motivo a este personaje. Eso, o lo mismo es que la peque es muy precoz y manifiesta ya rebeldía y ganas de llevar la contraria a mamá.

Ayer, como todos los días gozábamos en familia de ver una vez más el capítulo en el que Caillou no quiere desayunar y su padre le reprende firme y justamente, siguiendo a la perfección el manual del buen padre editado por el colegio de Psicólogos infantiles. Mi sobrina de 16 años estaba disfrutando de este momento con nosotros. Empezó a reírse y cuando mi marido y yo le miramos un poco sorprendidos porque aquella escena infantil le causara tal ataque de risa nos explicó que estaba pensando cómo reaccionarían los padres de Caillou cuando el nene creciese y llegara a casa con su primera cogorza.

Según Ana, los creadores de Caillou deberían hacer la continuación de la serie con la adolescencia del protagonista. De esa forma los padres tendríamos nuevamente el ejemplo de cómo enfrentarnos correctamente a situaciones como encontrar un "peta" en la habitación del niño o descubrirle en la cama con su novia. Mi sobrina, entre risas, defendía que ni la madre de Caillou mantendría el tipo ante estas situaciones.

¡Ah!, ¡juventud, divino tesoro! Me encanta estar con mis sobrinos adolescentes. "¡Molan mazo!".

jueves, 20 de febrero de 2014

La banda sonora de tu vida

Mi vida tiene música. Tengo la duda de si a todo el mundo le pasa lo mismo. Ahora que lo pienso, nunca ha surgido esta conversación con nadie y no lo he podido preguntar. Supongo que dependerá de la importancia que cada uno dé a la música. A mi me tranquiliza, me da energía... forma parte de mi vida y refleja mi estado de ánimo.

Hace mucho tiempo, el mejor jefe que he tenido nunca me preguntó mientras me adiestraba en mi trabajo: "¿qué es lo más importante?". Yo, nerviosa, empecé a devanarme los sesos y a hacer un repaso mental por todo lo que me había enseñado. Él con una sonrisa pícara y socarrona me contestó: "LA MÚSICA", y acto seguido puso un CD de Michael Bublé en el ordenador . Aquel jefe hace años que dejó de ser mi jefe, pero forma parte de mi vida, porque es mi amigo. Igual que la música.

Desde ayer resuena en mi cabeza la canción de Amaral "Son mis amigos". No puede ser de otra manera. Gracias por estar ahí. Gracias por vuestro cariño, ayuda y comprensión. Me siento muy, muy, muy afortunada. ¡Besos a todos y quedamos para tomarnos unas cañitas o un café!


miércoles, 19 de febrero de 2014

¡Mamá, cuánto te necesito!

Anoche no podía dormir. Un problema escolar que afecta a mi hija mayor me robó el sueño.

Cuando nos licenciamos como madres nos volvemos leonas. Defender a nuestros cachorros es puro instinto. Pero... muchas veces el instinto no nos dice exactamente cómo actuar.

¿Cuál es el protocolo de actuación de la entregada leona más apropiado en caso? Ahí entra en escena la abuela leona. Ella, que te ha defendido siempre, que siempre ha estado ahí, sabiendo qué hacer y qué decir en cada momento.

Mamá, anoche pensaba en ti. ¿Cómo solucionarías tú este asunto? ¿Qué harías? Seguro que tú sabrías cómo acertar. No te quiero contar nada. No te quiero pedir consejo. Porque no quiero que sufras. Porque ahora que eres abuela, creo que aún sufres más por tus cachorros que antes. Porque ahora vives doblemente, por tus hijos y por tus nietos. Y por lo tanto, disfrutas doblemente, pero también sufres doblemente.

No, no llamé a mi madre esta mañana para que me asesora. La dejé dormir plácidamente. Lo que sí hice anoche fue mirar en mi corazón y buscar en la enciclopedia de mis recuerdos y de su experiencia. Y esta mañana he actuado como creo que ella lo habría hecho. Y creo que mi hija se ha sentido muy orgullosa de su madre y que mi madre, si supiera lo que ha pasado, se habría sentido muy orgullosa de su hija.

martes, 18 de febrero de 2014

Más que ayer, pero menos que mañana

Velocidad, rapidez, inmediatez... estrés, correr, no llegar... Mi día a día. Todo va muuuuuuy deprisa. Tengo la sensación de vivir muchas partes del día de forma irreal. ¡El mundo va tan rápido! Y yo, tan despacio...

Esta mañana he estado en el salón MiempreS.A. celebrado en Madrid. Había bastante gente y todo el mundo parecía saber dónde dirigirse. Yo, por no desentonar, también... aunque en realidad no tenía ni idea. Todo me parecía interesante, pero a la vez todo me parecía que tenía trampa, que los discursos de los vendedores de los stand eran poco claros. Percibía una legión de embaucadores que no terminaban de darme confianza.  

Soy muy peliculera. No lo puedo evitar. Me sentía como parte de aquella convención de marcianos de "Man in black", o como si viviese una escena de replicantes de "Blade Runner" o de "Días extraños". 

En uno de los puestos he constatado que no eran impresiones mis sentimientos. Es la pura verdad. Se trataba de una tecnología para realizar pagos mediante el móvil. ¡Ohhhhh! resulta que voy a poder ir a Zara y sacar el móvil y pagar así, finamente y sin tener que revolver en el bolso en busca de la cartera y la tarjeta de crédito. Claro, que previo a eso habrá que descargarse una aplicación... y ahí ya me veo yo más torpe, ¡fíjate!.

Mis conocimientos sobre empresa, negocios y emprendedores no se han visto muy aumentados hoy, pero en cambio he visto claro que el mundo de las transacciones marca un ritmo frenético de cambio. En fin, habrá que adaptarse o... dejar de ir a la moda y confesar que el motivo es por ser una paleta tecnológica, y ¡eso sí que no! 

viernes, 14 de febrero de 2014

Marketing acertado

Me encanta ver los reclamos publicitarios de los establecimientos en días señalados del año como Halloween, Navidad y, sobre todo, San Valentín.

Hay cosas realmente originales, y muchas son muy bonitas. Podrás estar de acuerdo o no en celebrar este día. Y te podrá parecer noño, edulcorado y cansino. Pero hay que reconocer que la gente se lo curra. Eso sí, unos más que otros. Y algunos de forma acertada y otros... en fin, vamos a dejarlo en desafortunado...

Ese es el caso de un restaurante que he visto hoy. Para promocionar su cena especial del día de los enamorados han decidido recortar fotos de las revistas del corazón de parejas bien avenidas. ¿Y quién tenía el honor de ostentar el sitio destacado y más grande? Los reyes de España. ¡Toma ya!

El montaje, propiamente dicho, no derrochaba glamour, y eso que el local no era cutre, parecía agradable. Pero la elección de la foto de los monarcas me ha dejado, primero atónita, y luego muerta de risa. ¿La habrán escogido de forma irónica o habrá sido una cuestión de ingenuidad ejecutada por alguien que cree en los cuentos de princesas y reyes?

jueves, 13 de febrero de 2014

14 de febrero: quiero soñar

Así es. Quiero soñar el 14 de febrero. Pero no en el sentido figurado y poético de la expresión. Literalmente quiero soñar.

Me explico. Es que estoy cansada. Como casi todas las mamás el sueño se acumula a mis espaldas, y me voy durmiendo por las esquinas, y, desde luego, por la noche en el sofá cuando trato de ver un poco la tele o una peli.

Esta mañana, mientras sentía la más absoluta pereza para ponerme en marcha y levantarme de la cama, le he dicho a mi marido: "sabes lo que me gustaría que me regalaras por San Valentín?". "¿Qué?", me ha contestado él muy contento, pensando que le iba a solucionar ese problemilla cotidiano y habitual, que es la elección de regalos. "Un día de hotel", le he replicado entre bostezos. "¡Ah, qué buena idea!, ha exclamado él. "No, no te hagas ilusiones, que no van por ahí los tiros", le he aclarado yo. "Me refiero a una jornada de hotel única y exclusivamente para dormir. Un cura de sueño". "¡Ja, ja, ja... vaya, vaya... pues no me parece tampoco mala idea", ha concluido él.

Yo creo que las cadenas hoteleras no se han dado cuenta del filón de negocio que tendrían en una promoción así. Ahí les dejo esta sugerencia, que para ellos puede ser un nicho de negocio y para los posibles clientes una necesidad atendida y ... una bendición.

martes, 11 de febrero de 2014

Los entrometidos de la educación

Ayer me solidaricé con Ana y mentalmente le envié mi apoyo y comprensión.

Ana tenía unos 2 años. Iba sentada en su carrito, que empujaba su niñera con decisión. La mujer tenía aspecto de ser agradable y cariñosa. Entraron en el autobús. La pequeña miraba todo con curiosidad, y se mostraba tranquila. No molestaba a nadie. Iba a su rollo y... chupándose el dedo.

Mientras la niñera pagaba su billete una señora entrada en años le recriminó a la niña que se "chupara el dedo siendo tan mayor". La cuidadora sonrió educadamente y pasó con el carricoche hacia delante. Aproximadamente un metro y medio después, una anciana, a la que pasaba el cochecito, autoritaria y violentamente, tiró del dedo a la niña y se lo sacó de la boca. La sorprendida niñera le miró atónita, pero evitó el enfrentamiento y siguió hacia el espacio habilitado para los carritos. Supongo que influida por la presión psicológica a la que se había visto expuesta por parte de las experimentadas señoras, la muchacha comenzó a reconvenir dulcemente a la niña: "Ana, tienes que sacarte el dedito de la boca. No se puede chupar el dedo". Ana la miró con sus grandes ojos y le vino a contestar sin palabras: "Ni hablar, con lo que a mi me gusta y lo mucho que me tranquiliza".

Yo, por mi parte, tuve que morderme la lengua para no mandar a las "profesionales de la educación" a meterse en sus asuntos y dejar a cada cual a su rollo. ¿Quiénes son ellas para dar lecciones a nadie? Desde que tengo hijas he vivido varias veces este tipo de situaciones en primera persona. Me ponen de muy mal humor. No entiendo cómo la gente se atreve a ir regalando consejos o enseñanzas que nadie les ha pedido. En una ocasión, en la que yo estaba especialmente agobiada porque mi hija mayor tenía una rabieta porque tenía un sueño atroz porque no había querido dormir la siesta, mandé a una de estas entrometidas ahí mismo, y le dije que "mejor que yo, nadie conoce a mi hija". La mujer me miró toda ofendida y sin comprender el motivo de que aquella madre aficionada y con aspecto de primeriza no agradeciera profundamente su actuación y comentarios. 

Al igual que a los niños les decimos que no cojan caramelos de desconocidos, y todo el mundo da por bueno este proceder, yo animo a los padres a la resistencia pasiva y no violenta con los "seres educativos urbanos". Que entiendan que sus interpretaciones, críticas y disquisiciones no son bienvenidas.

lunes, 10 de febrero de 2014

La mamá pluscuamperfecta no existe

Por mucho que se empeñen los creadores de Caillou en hacernos sentir mal, la mamá de este pequeño pelón no es real. Me niego a creerme que en algún remoto lugar del mundo hay una progenitora tan perfecta. Ella va más allá, es pluscuamperfecta. Esta mujer de ficción es irritante. Nunca pierde la paciencia. En cada momento sabe decir lo correcto a su pequeñín para educarle y reconducir su actuación. Y el niño, ante esa demostración de mesura y buen hacer materno, reacciona correctamente, obedece al instante y la lección queda grabada de por vida en su pequeño cerebro. Nunca hay un grito de más, ni de menos, y jamás se ve una mala cara de la mamá o un gesto de desesperación. La odio. La aborrezco. Su absoluta perfección refleja mi absoluta imperfección y hace que me sienta fatal como madre. Ante situaciones similares a las que se narran en los capítulos yo he reaccionado de forma bastante más irracional: algún que otro grito, varios aspavientos y mil caras de enojo. Los autores de Cauillou explican en un DVD que su serie animada es una guía didáctica para los padres. Ganas me dan de enviarles un mail contándoles que en realidad es una fuente generadora de frustración y cabreo para los progenitores.

Me siento mil veces más identificada con la mamá de Novita, el protagonista amigo del gato cósmico Doraemon. Ella sí es una mamá de verdad, casi, casi de carne y hueso. Seguro que entre los guionistas había más de una mujer, que además era madre.

Y desde luego me declaro fan incondicional de la mamá de Junie B. Jones, la revoltosa protagonista de los magníficos libros infantiles de Barbara Park. Tanto la niña como su mamá son personajes creíbles y cercanos que hacen pasar un buen rato a niños y adultos porque realmente reflejan la realidad de la vida en la mayoría de los hogares en los que hay locos bajitos. Al igual que la mamá de Junie B., mataríamos por nuestros cachorros, a los que queremos incondicionalmente y hasta límites insospechados, pero que varias veces al día logran que nuestro nivel de estrés suba hasta la estratosfera y nos sacan de nuestras casillas. Gracias Barbara por describir de forma tan cariñosa y comprensiva las imperfecciones de las madres, que sabemos que son muchas, pero... somos humanas.

viernes, 7 de febrero de 2014

Preparados, listos, ¡ya!

Lo he visto infinidad de veces. Pero no por eso deja de sorprenderme cada vez...

Ayer asistí a un momentazo de estos, pero sé que no fue, ni mucho menos, la última ocasión que mis ojos captarán tan hilarante situación. Aunque no niego que también me estresa. Y si a mi me pone un poquito nerviosa, no quiero ni pensar al resto de los ciudadanos que tenía a mi lado.

Los hechos se desarrollaron así: esperaba junto a mis octogenarios padres uno de los cuatro ascensores de un hospital madrileño. Mis progenitores tienen sus achaques, e incluso mi madre camina con bastón por aquello de sentirse más segura en sus pasos. La congregación que nos rodeaba tenía aproximadamente la misma edad, lustro arriba, lustro abajo. Todos mirábamos con tensión los indicadores de los ascensores para ver cuál vendría primero y cogerlo... raudos y veloces. Sí, sí, bien digo: RAUDOS Y VELOCES. Sé que es redundante, pero es que allí se acumulaba la rapidez. Fue ver que el elevador de la derecha marcaba el piso dos e indicaba que se acercaba a la planta cero y todos los ancianos y ancianas que estaban allí (incluidos mis padres, que minutos antes respiraban trabajosamente al andar por el pasillo) empezaron a tomar posiciones con una agilidad que para mi la querría. La vencedora fue una viejecilla frágil y delgadita que con un acrobático salto y varias zancadas, cortitas pero muy dinámicas, desbancó al resto.

Siempre he pensado que si llevaramos a los viejecitos a Las Olimpiadas y les motivásemos correctamente con la meta (ponerles un autobús con las puertas abiertas y tres asientos vacíos, por ejemplo) seríamos los campeones mundiales sin duda.

jueves, 6 de febrero de 2014

Grandes noticias de ayer y de hoy

Cuánta sabiduría popular hay en la frase "la realidad supera la ficción". He pasado un rato estupendo leyendo la prensa. Y mira que no es frecuente. Normalmente cuando leo o veo noticias termino llorando. El otro día descubrí que mi hija mayor se parece a mi, me dijo: "mamá, apaga la tele que el telediario me pone triste". Pero hoy no. Hoy hasta he soltado un par de carcajadas y me he dicho: "aprovecha el momento, que no suele suceder, y compártelo".

Lo primero ha sido el intento de secuestro de la mujer y la hija del periodista deportivo Paco González. No, no soy tan insensible. Pobres, menudo susto. Menos mal que terminó con final feliz. Pero es que la historia es de traca. ¿Una higienista dental se enamora obsesivamente de... Paco González? Podría entender algo así respecto a Miguel Angel Silvestre o Hugo Silva, pero ¿Paco González? Hombre, es un señor de aspecto agradable, pero desde luego no es "El Hombre". Una vez más está claro que para gustos, colores. Pero no queda ahí la historia de sainete. Resulta que ya antes, la acosadora, había contratado los servicios de una banda de "sicarios del norte" para dar matarile a la mujer de Paco. Los muy malandrines se quedaron con la pasta y lo único que hicieron fue asustar un poco por teléfono. ¡Cualquiera les reclamaba a esos malos-chungos profesionales del norte la devolución del dinero por no cumplir con su contrato! Ante este contratiempo, y supongo que pensando que si quieres un buen trabajo, lo mejor es hacerlo tú mismo, la enamorada mujer optó por secuestrar ella misma, en compañía de un hombre, que podría ser su novio, a la mujer del periodista. No puedo imaginar que argumentos le dio a su pareja, si es que es así, para realizar este trabajito... El resultado, como todos sabemos, ha sido un desastre. La parejas se encontró con la hija de Paco y resultó una tía espabilada y valiente que aprovechó la ocasión para escapar y luchar. La madre también plantó cara y juntas salieron de tan peligrosa situación.

A continuación ha llamado mi atención un titular que decía "Por su olor los conoceréis". Al parecer, un grupo de investigadores españoles de la Universidad Politécnica de Madrid han desarrollado una nueva tecnología que permite identificar a las personas por su olor corporal. En resumen, que han inventado un aparatillo que realiza las mismas funciones que la napia. Miden de forma científica aquello de "uff, Mariano termina de salir de la sala de reuniones". Lo que más gracia me ha hecho es que según dice el artículo "la tasa de error es elevada, un 15%" porque como detallan los autores "el olor corporal se puede vera afectado por muy diversos factores como la alimentación, el metabolismo de la persona, su estado de ánimo e incluso algunas enfermedades". Me ha encantado lo políticamente correctos que han sido estos inventores, que en ningún momento han apuntado que el Mariano de turno también puede ver modificado su olor si ese día toca baño y desodorante.

En fin, ver la prensa con los ojos de Gomaespuma no viene nada mal.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Cuenta hasta diez

Hace muchos años vi la película de Michel Douglas "Un día de furia". No me gustó especialmente. Me pareció entretenida, pero sin más. Sin embargo, creo que me debió impactar más de lo que en su momento pensé. A lo largo del tiempo me he sentido varias veces identificada con su protagonista. William Foster es un hombre corriente que sufre el síndrome Amok, un desequilibrio mental ligado al entorno cultural y que hace que en determinadas circunstancias la tensión que genera la vida moderna explote de forma violenta. La película narra como este hombre se convierte en un "justiciero" de la ciudad. De forma fortuita va consiguiendo distintas armas como un bate de béisbol y una metralleta y da rienda suelta a toda su ira, pero eso sí, siempre ante situaciones claramente injustas.

Esta mañana he tenido muy presente a Michel-William. ¿Tendré yo también el síndrome de Amok? Creo que no, porque aunque ganas me han dado de buscar una recortada, he optado por darme un poco de mimo y tomarme un café con churros de chocolate. Ha sido igualmente terapéutico y no he matado ni mordido a nadie. Estaba tan enfadada con la estupidez humana... en un par de horas he ido acumulando situaciones hirientes que han desencadenado que me saliera humo por las orejas y que el color de mi cara tornara a rojo intenso.

Pensar en las dos conversaciones telefónicas que tuve ayer con dos grandes amigas y las risas que me he echado con las camareras del bar, que me han mirado como si estuviera un poco loca cuando les he dicho que el café había sido curativo, han conseguido devolverme la fe en la raza humana. Menos mal. Llegar al centro de co-working ( http://theshedcoworking.com/ ) donde trabajo y respirar sus buenas vibraciones y sentarme entre gente creativa, positiva y generadora de buen rollo me ha hecho respirar hondo y devolverme la frecuencia cardíaca a niveles normales. Y para terminar de devolverme la armonía con el Universo un grupo de colegas del centro hemos planificado empezar unas clases de Tai chi, Chi kung y Wushu. Final feliz para una mañana que empezó no muy bien. Ahora, en mi cabeza tarareo "I feel good...".

lunes, 3 de febrero de 2014

Ni de aquí, ni de allí

En tierra de nadie. Así me siento desde que volvimos de Suecia.

La gente me pregunta "¿qué tal la vuelta?". Mi respuesta siempre es la misma. "Bien, pero echo de menos muchas cosas de allí". Y así es.  No hay nada perfecto. Allí extrañaba unas cosas de España, y aquí añoro otras de Suecia. Lo ideal sería una mezcla elaborada por mi... y eso es imposible.

Me hace muchísima gracia la gente que me plantea esta cuestión pero dando por seguro que "España it's the best" y que poco menos que en Suecia debía estar al borde del suicidio. En Suecia, muchos suecos también me miraban con los ojos fuera de las órbitas cuando ante las cuestiones de "¿qué te parece Suecia? y ¿cómo llevas el vivir aquí?", yo, con la mejor de mis sonrisas, les comentaba que muy bien y que me encantaba su país. A continuación solían preguntarme "¿y el frío?", a lo que yo les explicaba que como mi paso por sus tierras era temporal, el frío era algo que me parecía que tenía su encanto, incluso la nieve y los días con muchas horas de oscuridad. En varias ocasiones percibí que no sabían si tomarme en serio o si me estaba quedando con ellos. Lo prometo, ni les mentía a los suecos, ni miento a los españoles. Me gusta España y me gusta Suecia. Amo a los dos países.

Creo que todavía estoy en fase nostálgica respecto a Suecia. Esta mañana cuando han caído unos pocos copos de nieve sobre Madrid me he sentido contenta y reconfortada. "Ains, estoy en casa", he pensado, con todo lo que esa frase conlleva.  Porque estoy en casa en España y estoy en casa en Suecia, donde me siento trasladada mentalmente, con los recuerdos de los años que viví allí.

Y cuando entro en tiendas como Ikea, H&M o Tiger... estoy como pez en el agua. Siento mucha paz, aunque haya ruido (que, desde luego, en Suecia no era el caso). Es como si un cachito de Suecia estuviera aquí... y yo con él. El día que visito uno de estos comercios le digo a mi marido "hoy he estado en una de las embajadas de Suecia en España". El sonríe y me dice "yo también echo de menos Suecia".